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sábado, 10 de mayo de 2008

WoodHopper con flotadores


Soy un entusiasta del aire y, desde hace unos años, también del agua. Los hidroaviones me parecen la unión perfecta de ambos mundos y desde mi primera experiencia en ellos, nada volvió a ser lo mismo. Quedé definitivamente fascinado por estas máquinas y el WoodHopper con flotadores me resultó muy simpático.
La potencia del motor deberá ser la mayor posible, dentro del rango permitido del diseño (me parece reconocer aquí, a un Cuyuna). Se necesita bastante potencia para pasar de la condición de desplazamiento de agua a la de hidroplaneo. La velocidad máxima de los flotadores –en la condición de desplazamiento– depende de la longitud del mismo y de lo estilizado del diseño; luego comienza a remontar la ola que él mismo crea. Esta pendiente sobre el agua que el flotador debe subir, es la que consume la mayor potencia. Lograda la velocidad de planeo, en la que el flotador se monta sobre el rediente, la resistencia al avance hidrodinámico se reduce drásticamente y comienzan a aumentar los efectos aerodinámicos, permitiendo alcanzar la velocidad de despegue del hidroavión... si tiene, reitero, la suficiente potencia.
Estos flotadores no son hidrodinámicamente eficientes para la condición de desplazamiento (en su forma carente de curvas, no en su razón de aspecto); pero viéndolos desde el punto de vista de la facilidad constructiva, son aceptables. Sobre todo, porque funcionan.
Presten atención a la estructura de sostén de los flotadores. La versión definitiva es la que se encuentra en estas dos fotos, inmediatamente debajo de este texto; las dos últimas, corresponden a las primeras pruebas, que no resultaron satisfactorias para resistir el cabeceo, generando concentración de esfuerzos en la semilongitud de los tubos que conforman la "A".